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miércoles, 2 de octubre de 2013

EDUARDO MANOS TIJERAS; UNA OBRA DE ARTE EN EL CINE Y UNA ESPECTACULAR HISTORIA INIGUALABLE !


“¿Por qué está nevando abuela?, ¿de donde viene la nieve?…”  Con esta conversación entre una nieta y su abuela da comienzo una de las más bellas fábulas jamás rodadas, un cuento para adultos tremendamente enternecedor, simbólico y fantástico. Porque Eduardo Manostijeras (Tim Burton, 1990), más allá del hecho de que su protagonista (un Johnny Depp en la que fue la primera genial colaboración con un director que luego lo convertiría en su actor fetiche) tenga tijeras en lugar de manos -debido a que es obra de un inventor, que murió antes de finalizar su proyecto, en una clara referencia a títulos como Frankenstein, de Mary Shelley-, se esconde una de las más ácidas críticas sociales que dio el cine en la década de los 90.


Tim  Burton, en la que es la gran obra maestra de su filmografía, dejó patente su particular universo cinematográfico en una película marcada por unas texturas, colores y composiciones visuales que rompían con todo lo establecido hasta la fecha y que revelaron al director como uno de los directores más innovadores, lúcidos y trasgresores del momento, consagrado con obras posteriores como “Pesadilla antes de Navidad” (1993) -en la función de productor- o Sleepy hollow (1999), de ambientación casi idéntica. Se trata, además, de su película más personal, casi autobiográfica, puesto que Edward es el propio reflejo de un cineasta que desde joven, y debido sobre todo a su excéntrica personalidad, se sintió marginado y con dificultades para establecer relaciones sociales.

Película de imaginación desbordante, no cabe duda que Eduardo manostijeras -nominada al Oscar al Mejor Maquillaje- es una de las historias más originales y poderosas que ha dado la gran pantalla, a pesar de que en su estreno no estuviese tan valorada como merecía.


 Los fragmentos antológicos que nos regala esta obra de culto son casi innumerables, y casi todos van ligados a una profunda sensibilidad que es la que mueve todo el metraje: imborrables son las escenas en las que Edward ve a Kim por primera vez en una fotografía, esos instantes en los que está cortando los árboles del jardín o, sin duda, la que ha pasado para la posterioridad como una de las escenas más iconográficas del séptimo arte: una Winona Ryder (que, por cierto, tarda en aparecer físicamente casi 40 minutos… un atípico detalle de una también atípica historia de amor) bailando bajo la nieve, comprendiendo que lo que está sintiendo en ese momento es algo flamante, novedoso… entendiendo que se ha enamorado de la persona que menos podría imaginar y a la que dice, desarmada, eso de: “Abrázame”. Pero él, un Johnny Depp que logra convertir cada gesto y cada mirada en una riada de emociones, no puede. Maravilloso. 
                
Otro de los aspectos destacables de la película -cuya cuidada ambientación,repleta de colores contrastados y vivos - es la conmovedora banda sonora del maestro Danny Elfman, sin la cual la película no poseería ni la mitad de encanto que desprende y de la que se apoya para realzar los momentos cumbres, como ese legendario final. 

Pero lo que hace grande a Eduardo Manostijeras es el momento en que todos lo que lo criticaban, lo consideraban alguien “anormal“, casi un “monstruo“, empiezan a recurrir a él, a una persona que se erige como un experto en diversos campos como la jardinería o la peluquería. Se demuestra así que los seres menos habituales suelen esconder, a menudo, unas habilidades que el resto de los mortales no pueden ni siquiera imaginar; unos mortales que, sorprendentemente, son los verdaderos monstruos de esta película cómo no podía ser otro no?.